¿Cornuda o Amante?

¿Qué es mejor? En la mayoría de mis relaciones como pareja siempre ha habido terceras personas, pero una lección básica que aprendí cuando fui infiel por primera vez es: “nunca confieses y si te preguntan niégalo hasta la muerte”, si tu novia te quiere terminará creyéndote a no ser que te pille en plena faena, claro.

Con lo obvio que parece y en la realidad sólo me he encontrado frases como “Elena, te he puesto los cuernos con…” Y a partir de aquí, ¿cómo se arregla el tema de la confianza? ¿Es mejor que te lo digan para decidir o vivir en la ignorancia de ciega enamorada?

Ahora vamos con la cuestión de ser tú “segundo plato” de alguien y saber que no va a dejar a su novio/a por ti, que no podrás decidir cuando y donde quedar sino que te lo impondrán las circunstancias, que si te pillas la cagas y si no, ¿para qué seguir con la pantomima? El morbo inicial de esconderte, de ser lo prohibido, de estar al límite y las esperanzas ocultas, o no tan ocultas, de que le/la deje y esté contigo… pero y si lo hiciese, ¿confiarías en alguien que ha estado engañando a su pareja?

Si tenemos en cuenta que mis relaciones monógamas y tradicionales duran un promedio de dos meses y que mis experiencias como amante pueden alargarse años… creo que gana la segunda opción, aunque si me pongo a pensar en dormir con alguien cada noche o encontrarte con ella en tus sueños y al abrir los ojos verla a tu lado, prefiero ser cornuda, pero ignorante.