Sábado noche, el concierto de Adele suspendido por causas ajenas a la sala y Esti y yo con edades para ser comedidas en la ingesta de alcohol con dos minis de Cacique-Cola entre pecho y espalda esperando a una compañera de facultad y su amigo para ir al Medea, un sitio donde nunca se sabe si querrán pegarte por mirar donde no debes o si por el contrario serás tú la que no tendrás ganas de levantar la vista del suelo por no ver lo que te rodea.
Pero con un recibimiento como “la de blanco” (esta es la pena de conocer a la gente en horas intempestivas, que las defines por aspectos siempre tan profundos) apoyada en la barra la experiencia prometía, de no ser porque la camarera había pensado lo mismo que tú y como es lógico estaba primero.
Reconocimientos varios del terreno, gente a la que no veías hace meses e incluso años y finalmente situadas cerca del grupo femenino más interesante. ¿Y ahora qué? ¿en quién me centro? (sí, ya sé que lo suyo es ir a pasarlo bien y no a ligar, pero en ocasiones es inevitable) Copa en mano, la de aquí, la de más allá, la de rojo, la de cuadros… la de rojo…
Momentos después, cuando ya has entablado una conversación, descubres que tienes el radar estropeado y que a los 25 años sabes que necesitas a alguien que te supere en edad porque en el fondo, aunque comprendas que no es el mejor sitio, esperas encontrar a una persona con la que despertar cada mañana, más aun después de haber visto mientras cenabas el capítulo 9 de la Quinta Temporada de The L Word.
El problema es que una parte de ti sigue pensando que eres aquella chiquilla que llegó con 18 años a Madrid y te encuentras con una muchacha super agradable pero con la que sabes que no va a llegar a más, ya no por la edad, sino porque tampoco eres su tipo: los tiempos han cambiado y el rollo aspecto bollo está pasado de moda, tú te cortas porque ella está en la misma situación que tú hace casi una década y ella… ¿quién sabe lo que estaba pensando en ese momento?
La diferencia estriba en que es época de probar, pero con cuarto de siglo ya has experimentado casi todo, te has pasado toda tu salida del armario intentando reconvertir al personal con más o menos éxito y has terminado comprendiendo que en realidad, si buscas estabilidad, quién mejor te la daría es alguien que entendiese desde el principio… el problema es que sobre sentimientos no se manda…
La conversación de adolescente con “¿has probado?” como bandera y un “no” como respuesta ha pasado a un “sí” y yo me pregunto, ¿en qué momento ha cambiado todo?, ¿dónde me he quedado? ¿es el tiempo de que empiece a conocer a gente en el supermercado o en el entorno laboral?
Unas horas después el surrealismo en estado puro: una mujer que se había empolvado la nariz más de la cuenta, había sido un mal día, cañas a las 11 de la mañana, mejillones, la jornada de reflexión agotada, la policía pidiéndote los datos y “la de rojo” todavía a tu lado, aunque por entonces ya había empezado a tener nombre, que es lo malo, si pasan de ser una prenda de vestir a llamarse Mireia estás jodida, porque sabes que al día siguiente tendrás ganas de volver a saber de ella.
Puede parecer una tontería, quizá lo sea, o posiblemente se deba a la temporada que estoy atravesando estos últimos meses, pero sentir su mano cogida a la mía me devolvió muchas cosas, un ligero contacto físico que para la otra persona no es nada y a ti te devuelve la vida, la esperanza, saber que vuelves a sentir y aferrarte a eso, alargar la mañana, antes de que se te escape y despiertes de nuevo sobre tu cama abrazada a la almohada y el vacío a tu lado.

Reconocimientos varios del terreno, gente a la que no veías hace meses e incluso años y finalmente situadas cerca del grupo femenino más interesante. ¿Y ahora qué? ¿en quién me centro? (sí, ya sé que lo suyo es ir a pasarlo bien y no a ligar, pero en ocasiones es inevitable) Copa en mano, la de aquí, la de más allá, la de rojo, la de cuadros… la de rojo…
Momentos después, cuando ya has entablado una conversación, descubres que tienes el radar estropeado y que a los 25 años sabes que necesitas a alguien que te supere en edad porque en el fondo, aunque comprendas que no es el mejor sitio, esperas encontrar a una persona con la que despertar cada mañana, más aun después de haber visto mientras cenabas el capítulo 9 de la Quinta Temporada de The L Word.
El problema es que una parte de ti sigue pensando que eres aquella chiquilla que llegó con 18 años a Madrid y te encuentras con una muchacha super agradable pero con la que sabes que no va a llegar a más, ya no por la edad, sino porque tampoco eres su tipo: los tiempos han cambiado y el rollo aspecto bollo está pasado de moda, tú te cortas porque ella está en la misma situación que tú hace casi una década y ella… ¿quién sabe lo que estaba pensando en ese momento?
La diferencia estriba en que es época de probar, pero con cuarto de siglo ya has experimentado casi todo, te has pasado toda tu salida del armario intentando reconvertir al personal con más o menos éxito y has terminado comprendiendo que en realidad, si buscas estabilidad, quién mejor te la daría es alguien que entendiese desde el principio… el problema es que sobre sentimientos no se manda…
La conversación de adolescente con “¿has probado?” como bandera y un “no” como respuesta ha pasado a un “sí” y yo me pregunto, ¿en qué momento ha cambiado todo?, ¿dónde me he quedado? ¿es el tiempo de que empiece a conocer a gente en el supermercado o en el entorno laboral?

Puede parecer una tontería, quizá lo sea, o posiblemente se deba a la temporada que estoy atravesando estos últimos meses, pero sentir su mano cogida a la mía me devolvió muchas cosas, un ligero contacto físico que para la otra persona no es nada y a ti te devuelve la vida, la esperanza, saber que vuelves a sentir y aferrarte a eso, alargar la mañana, antes de que se te escape y despiertes de nuevo sobre tu cama abrazada a la almohada y el vacío a tu lado.
2 comentarios:
No te tomes tu cuarto de siglo como algo tan negativo. No tiene por qué serlo. Y es cierto eso que dices en el último párrafo. Siempre cualquier contacto físico, aunque sea leve, se agradece desmesuradamente.
Todavía tienes millones de experiencias por vivir, aquí no se termina nada, sólo empieza.
Elenilla! No me digas que hay una crisis con los 25 porq yo los cumplo el lunes... Me encanta como escribes tia. Sobretodo cuando lo que escribes es algo que estas sintiendo en ese momento.. Si es que en el fondo eres una sentimental!!
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