lunes, 18 de febrero de 2008

El último beso

Lo malo de los últimos besos es cuando desconoces que después de ese no habrá más y no te paras a sentir, aunque sea por una décima de segundo, el contacto de sus labios con los tuyos, la humedad de su boca, lo bien que encajan vuestro movimiento de lenguas, el roce de sus dedos en tu brazo, cintura o espalda, el olor de ese perfume que serías capaz de reconocer a kilómetros y que incluso huele cuando nadie más lo lleva mientras tu mente te engaña y buscas alrededor sin encontrarla.

No es por el simple beso en sí, sino por todo lo que conlleva, lo que hay detrás, los minutos, horas, meses e incluso años pasados, las veces que te pudo el orgullo y no cediste cuando te morías por estar con ella, las noches que no le diste, las palabras que te callaste por miedo o inseguridad… ¿qué de lo que hiciste o dejaste de hacer llevó a esa situación?



Y ahora, lo único que queda es el recuerdo de un único pico furtivo, quizá eso ha definido nuestra relación, encuentros fugaces… a los que más de una vez les faltó intensidad, pero pese a la distancia o el tiempo sin vernos la sensación de que estaba tan dentro de mi compensaba cualquier cosa, porque todo lo malo, el daño, el rencor, las ausencias… desaparecen en el mismo momento en el que un “hasta siempre” se te clava en el alma.

No hay comentarios: