Nunca me gustó especialmente Willow (Alyson Hannigan), salvo cuando se volvió mala malísima, cuyo morbo incrementó notablemente, pero incluso antes de que tratasen el tema de la homosexualidad femenina veía la serie, quizá por la protagonista (Sarah Michelle Gellar), que pese a ser rubia tenía su aquel, sobre todo en las últimas temporadas cuando pasó de hacer el amor con Ángel (David Boreanaz) a follar literalmente con Spike (James Marsters) o por Anya (Emma Caulfield), puede que por Faith (Eliza Dushku)… ¡qué recuerdos!
El caso es que me la tragué entera, incluso cuando mi abuela tenía la mala costumbre de aparecer justo cuando había rollo bollo y me decía “¿estás guarrerías te gustan?” y yo… “no, lo veo por los vampiros”… ejem… Lo que está claro es que en lo que a tema lésbico se refiere ganaron puntos cuando decidieron matar a Tara (Amber Benson), cuyo máximo auge interpretativo fue cuando se volvió retrasada, apenas había diferencia con su comportamiento habitual.
Y no porque la pobre muriese, me causó un trauma que mis compañeras de piso tuvieron que soportar durante semanas, pero que desapareció en el mismo momento en el que Kennedy (Iyari Limon) entró en escena, algo que sólo se puede explicar con imágenes.

Y no porque la pobre muriese, me causó un trauma que mis compañeras de piso tuvieron que soportar durante semanas, pero que desapareció en el mismo momento en el que Kennedy (Iyari Limon) entró en escena, algo que sólo se puede explicar con imágenes.
Para las que actualmente queráis localizarla deciros que pone voz a Young Catori en la película de animación “Turok: Son of Stone”, pero como no es lo mismo que verla, siempre podéis bajaros “Maquillaje” dirigida por Marcial Rios y en la que interpreta a Mónica, que tiene pinta de ser un truño de mucho cuidado, aunque lo mismo me equivoco, ya me contaréis…
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