viernes, 15 de febrero de 2008

Hablando de lesbianas

Mi pobre madre es víctima indirecta de la homofobia y no porque sea lesbiana, tengo entendido que pese a llevar sin ligar años luz (o al menos eso creo o quiero pensar) le siguen gustando los hombres, pero sufre más que yo los acosos, agravios, calumnias y ataques de vecinas, compañeras de trabajo y amigas.

Vuelvo a lo de siempre porque en realidad las mujeres somos muy malas. Cuando un hombre habla de homosexuales, pongamos el ejemplo generacional de mi abuelo (retrógrado y franquista en ese sentido) como mucho dice que para hacerse famoso tendrá que volverse maricón ya que la tele está llena de ellos, sin embargo, mi abuela añade: “son unos guarros y guarras, gente enferma… el otro día escuché…”

Escuché, vi, me contaron… así una y otra vez, algo que a mí dejó de importarme hace mucho tiempo pero que a los familiares directos les afecta, sobre todo porque en ocasiones, como es el caso, son los primeros que ante conversaciones así no son capaces de decir “mi hija, mi primo, mi hermano… es gay”, se callan y por consiguiente sufren. Tú puedes haber salido del armario hace años, la mayoría de tu pueblo lo sabe y tus allegados siguen aferrados en no reconocerlo públicamente.

La pobre mujer me llamó ayer para decirme que en la peluquería, su segunda casa después del trabajo, salió el tema de las lesbianas y que las clientas sólo sabían compadecerse de los padres que no tenían culpa, que se trataba de mujeres insatisfechas (si ellas supieran), que son putas, promiscuas o aclarar que las cosas iban mejor cuando no se manifestaban en la calle y no demostraban su afecto, algo como “siempre han existido pero están mejor escondidas”.

Por no hablar de los ritos sexuales que se supone que hacemos, los cuartos oscuros (esto se relaciona más con el género masculino), la equiparación con la zoofilia, depravaciones, comida de tortilla en las cumpleaños, bodas y festejos… cuantas veces no habréis escuchado lo de “tú lo que necesitas es una buena polla” por un mindundi que ha intentado ligar contigo sin éxito, a lo que hay que contestar: “pues tu novia no echaba de menos la tuya la otra noche”, a riesgo de ponerle agresivo o “yo tengo una con cinturón de 23 centímetros, cuatro pares de tetas y dos coños… ¿qué tienes tú?” (en estos casos es importante prestar especial atención a la medida, podéis incluir grosor :P)

Desde aquí una recomendación a todas las personas que sufren en silencio los ataques hacia la sexualidad de sus seres queridos: “¡liberaros! En el momento en el que vosotros, heteros de respeto, empecéis a callar bocas, muchas otras tendrán que ponerse un punto en la boca y mirar a su alrededor antes de opinar sobre lo que no conocen”

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