
Hay gente que piensa que los gays y las lesbianas tenemos poderes sobrenaturales, al no tener explicaciones que demuestren si es genético, hereditario, hormonal o cualquier otra cosa, parece que resulta más efectivo buscar consecuencias que causas, por ejemplo, ese miedo heterosexual de que reconvertimos a los demás con sólo mirarles… ¡qué fácil sería todo de ser así!
Cuando estaba en el instituto se me ocurrió escribir un relato sobre lesbianas para un concurso. Era anónimo y mi profesora de Literatura por aquel entonces me adoraba, daba igual que sacase un 7 en el examen, si le escribía un par de reflexiones tenía el sobresaliente asegurado. El resto de mi clase redactó sus primeras experiencias con el botellón.
La mujer entró una mañana completamente desorientada, diciendo que le parecía escandaloso que hubiésemos dedicado nuestro esfuerzo a hablar de alcohol y de homosexuales, sobre todo de esto último, puesto que “las personas que se sienten atraídas por alguien de su mismo sexo son como los asesinos y deberían estar en la cárcel”, fueron sus palabras. Me levanté, le dije que con educadores así no necesitábamos a la Inquisición, que al menos nosotros teníamos 18 años y cierta madurez, pero que si esos mismos comentarios los hacía a los niños de 1º de la ESO… Terminé en Jefatura de Estudios, ella lloró y tuvo que pedir disculpas públicas.
Pero de la cantidad de burradas que he escuchado la mejor sin duda ha sido la del legislador israelí Shlomo Benizri, que afirmó que los terremotos que había sufrido el país en los últimos tiempos eran originados por las conductas homo, por lo que la mejor forma de evitar los daños sería sancionar aquellas leyes que alientan estas “actividades”. Según las citas de Talmud “una de las razones radica en los actos de la Knesset que legitiman la sodomía”
Espero que no comencemos con la “caza de brujas”, pero de ser así, si alguien nos ataca en los próximos días siempre podemos amenazarles con que les haremos temblar la tierra, aunque sea haciendo un maratón de sexo.
Cuando estaba en el instituto se me ocurrió escribir un relato sobre lesbianas para un concurso. Era anónimo y mi profesora de Literatura por aquel entonces me adoraba, daba igual que sacase un 7 en el examen, si le escribía un par de reflexiones tenía el sobresaliente asegurado. El resto de mi clase redactó sus primeras experiencias con el botellón.
La mujer entró una mañana completamente desorientada, diciendo que le parecía escandaloso que hubiésemos dedicado nuestro esfuerzo a hablar de alcohol y de homosexuales, sobre todo de esto último, puesto que “las personas que se sienten atraídas por alguien de su mismo sexo son como los asesinos y deberían estar en la cárcel”, fueron sus palabras. Me levanté, le dije que con educadores así no necesitábamos a la Inquisición, que al menos nosotros teníamos 18 años y cierta madurez, pero que si esos mismos comentarios los hacía a los niños de 1º de la ESO… Terminé en Jefatura de Estudios, ella lloró y tuvo que pedir disculpas públicas.

Espero que no comencemos con la “caza de brujas”, pero de ser así, si alguien nos ataca en los próximos días siempre podemos amenazarles con que les haremos temblar la tierra, aunque sea haciendo un maratón de sexo.
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