domingo, 10 de febrero de 2008

Salir del armario IV

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No porque las viese juntas, eso nunca pasó, ni siquiera a día de hoy, sino por los rumores, las habladurías de la gente de una ciudad con mentalidad de pueblo donde todos nos conocemos, eran bichos raros para el resto y sin embargo yo fui feliz inconscientemente, no tenía que ser un hombre, había más como yo pero vivían escondidas, dos mujeres podían estar juntas… fue el año en el que se murió mi padre y dejé el equipo, nunca le conté nada a nadie.

Ya tenía dieciséis años, llevaba con mi grupo nuevo desde que entré al instituto, tenía dos amigas inseparables, si no dormíamos en casa de una lo hacíamos en la de otra, me tatué FFE (Friends For Ever) en un brazo con una cuchilla del sacapuntas (yo y mis trastornos). Menos mal que no quedó la cicatriz…

Ali siempre fue una de mis confidentes, sin pertenecer exactamente al trío calavera y pese a algún “rifirafe” entre nosotras no nos quedó más remedio que unirnos cuando todos se hicieron novios entre ellos y nos dejaban abandonadas en mitad de un camino de arena mientras se enrollaban entre los pastos.

Una noche de fiesta quiso hablar conmigo, nos sentamos en un banco del paseo y me dijo que creía estar enamorada de una compañera de clase que salía con nosotras, los fantasmas volvieron, no podía ser, le dije todo aquello que me contó mi madre cuando era sólo una niña y seguro que no cambié su forma de sentir, pero no volvimos a hablar del tema.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pásate por mi blog, tiene un regalito! ;) (Sé que no me conoces pero suelo pasarme por aquí a menudo!) XAU!