lunes, 24 de marzo de 2008

12 de Noviembre del 2002

“No te enamores dos veces de la misma persona, la segunda sólo lo haces del recuerdo”

Cada vez que me asaltaban dudas sobre mis sentimientos recurría a esta frase, creo que en mi caso es muy acertada. Hace un año que hablamos esporádicamente, primero con rencor y más tarde con ciertos toques de indiferencia fingida. La distancia y el “miedo” a que no aprobaras algunos de mis comportamientos hizo que no conocieras una parte de mi vida cotidiana, que si bien era la más superficial también pertenecía a mi mundo y tenías derecho a saberla: sabes muy poco de Elena de fiesta, de Elena con unas copillas de más, d Elena y sus amigas, de que significan para mí los rollos de una noche, de que valor le doy a un “te quiero”… y todavía sabes menos de Elena estos últimos meses: de mis ataques de ansiedad, de mi soledad, de mi necesidad de afecto, de mis recuerdos olvidados, de las veces que te he pensado, que t he llorado, y sobre todo de las veces que te he echado d menos, de mi complejo de clinex (usar y tirar), de mis relaciones no tan sentimentales y más sexuales, de mis risas, de mis ganas de probarlo todo, de Natalia, de la gente que se ha ido y que se ha quedado, de mis complejos físicos ya casi esfumados, de mis temores ya no tan escondidos…

No sé por qué me sigue importando tanto lo que pienses de mí; no sé por qué una crítica tuya a algunos de mis actos me duele e influye de manera extrema; no sé por qué sólo puedo mostrarte mi lado más profundo y espiritual, ese que soy incapaz de enseñarle a los demás, y no mi base más humana, despreocupada y dicharachera.

Con esto sólo quiero decir que hay algunas cosas que no compartimos como pareja y muchas que desconocemos desde que intentamos, sin éxito (salvo en contadas ocasiones), ser únicamente amigas. Cuando en días como hoy mi alma añora la tuya mi cabeza frena a mi corazón porque se da cuenta de que “nosotras, las de ahora, ya no somos las de entonces”.

Puede que sólo esté alimentando un recuerdo y el “amor” que creo sentir es hacia la Rebeca de hace tres años. Tengo muy claro que hemos cambiado en muchas cosas, sobre todo en la forma de afrontar la vida, y entonces, me refugio en la frase que daba pie a esta carta, y mi alma se consuela pensando que su mitad, la que le corresponde en el presente, sigue por ahí perdida en un rincón del planeta, quien sabe si también echando de menos aquella otra vida en la que fueron una sola. Pero todo es tan relativo… nuestra esencia permanece con y frente al paso del tiempo, es nuestra forma de ser la q varía, madura y se moldea a las circunstancias, según esto ya no soy capaz de distinguir si sigo enamorada de todo lo que rodeaba la relación y de como fue o del centro de la misma, es decir, tú.

Hace dos días me dijiste que los cuerpos pueden unirse pero no fundirse, y aunque la unión carnal puede ser muy placentera e incluso necesaria prefiero la distancia física y la fusión de las almas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo también prefiero la distancia y unión de dos almas...
Hola! estoy echando un vistazo a tu blog y me está encantando.

Saludos.

Anónimo dijo...

Me ha encantado la frase, Elenilla.
Te dejo para continuar mi búsqueda de cobijo.
Un beso!
Jesús