viernes, 28 de marzo de 2008

The L Word: Tibette

He pasado muy buenos momentos viendo The L Word, algunos de tristeza (Dana), otros de risa descontrolada (Alice) y muchos de calor desmesurado y deseo carnal (Shane), pero sin duda si tengo que quedarme con uno de ellos, elijo el amor y ese sólo tiene cabida en la relación Tibette.

No porque no hayan existido escenas románticas con otros personajes sino por la historia en sí, aunque he de reconocer que al principio me cabreó que las separasen por cuestiones de cuernos, ya que llevamos años defendiendo que existe la monogamia entre los homosexuales y que no somos más promiscuos que el resto del mundo para que en la serie no haya existido en cinco años ni una sola relación estable.

Me consuelo pensando que por triste que parezca en mi realidad tampoco las conozco y eso que mi entorno más próximo es heterosexual, así que el hecho de que siempre hayan estado enamoradas y vuelvan a encontrarse, pese a las circunstancias, termina por dar esperanza a las locas que como yo seguimos creyendo en las Otras Partes.

Durante este tiempo ha habido épocas en las que no soportaba a Bette y su dedicación a sí misma y al trabajo y otras en las que Tina en lugar de sangre tenía horchata, pero hay que reconocer que transmiten en pantalla lo que otras no alcanzan, hay miradas entre ellas que te dejan pegada en el asiento y no es de extrañar que el resto de sus compañeras reconozcan que cuando tienen que rodas las dos juntas el equipo se paraliza para verlas.



Algo que llega a su momento culminante en la Quinta Temporada, donde ni los besos saben igual, porque si os veis algunos de los primeros capítulos comprobaréis la evolución de la pareja y las actrices, aunque no hay mucho que yo pueda aportar, hay sentimientos que es mejor verlos para sentirlos.

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