Diario de una lesbiana II

Si leíste “Carta a Rebeca” deciros que existe y que de una forma u otra también forma parte de “Verde” y de muchas de las canciones de “The Lesbos Music”, en esencia es prácticamente yo porque aprendí a sentir gracias a ella.

Corría el año 1999, era mi verano de primero segundo de bachillerato (soy producto de la L.O.G.S.E con todo lo que conlleva), cuando en las noches de diario en Puertollano lo único que podías hacer era dar vueltas en la cama, intentar encontrar algo decente en la tele o escuchar la radio. Por aquel entonces yo sintonizaba “Océano Pacífico” (directamente para cortarse las venas) y apuntaba nombres y direcciones de la gente que escribía o llamaba para hacer amigos, en algún rincón de mi cuarto tendré la libreta con todos aquellos a los que nunca mandé nada, sin embargo, una de esas misivas sí que contesté, la que preguntaba ¿qué es para ti la vida? ¿qué es para ti el amor? y ¿de qué otra forma demostrarías que amas a una persona sin decir te quiero?

La verdad es que mi carta fue un poco cutre, con diccionario en mano y una bisexualidad recién estrenada que terminaría derivando en puro y duro lesbianismo (la salida del armario tiene sus procesos), pero al poco tuve respuesta desde un rincón de Códoba, de una chica que llevaba año y medio con su novio pero que en algún momento puntual se había sentido atraída por alguna compañera de clase, aunque sólo había quedado en eso.

Yo, que soy más vaga que otra cosa, la guardé no me volví a poner delante del boli y el papel, (recordaros que internet era únicamente para la gente que podía permitírselo y los móviles acababan de aparecer en escena), hasta que recién pasadas las navidades volví a tener noticias suyas, se llamaba Rebeca.